Poner en marcha tu Ikigai
Poner en marcha tu Ikigai
Libérate de los viejos hábitos y enfócate en los que te aportan
Ya hemos mencionado el proceso para cambiar hábitos nocivos o de los que nos alejan de cumplir nuestro Ikigai. Debemos entonces, una vez dominemos esta habilidad, revisar periódicamente que hábitos nos alejan del cumplimiento de nuestras metas de vida y cambiarlos por los que nos aporten hacia el logro de las mismas.
Ikigai nos invita a estar plenamente conscientes de nuestras acciones, de nuestras rutinas, de nuestras interacciones con los demás. Por lo que la atención sostenida nos va a servir como medio de diagnóstico de las sensaciones, percepciones y resultados de lo que hacemos cada día.
No importa si se tratan de hábitos repetitivos o aparentemente monótonos. Se trata de encontrar el significado o valía de los mismos dentro de nuestra visión de lo que queremos alcanzar. Por lo que debemos aprender a disfrutarlos como parte del camino.
Descubre los caminos por los cuales te puede llevar tu Ikigai
Ikigai no es una escultura que ve pasar el tiempo. Ikigai es una obra de arte que se reconstruye en cada segundo del tiempo. Por lo que debemos redescubrirlo constantemente.
Nuestras metas, a medida que son alcanzadas, se reemplazan por nuevas y esto implica que realicemos ajustes específicos en nuestro Ikigai. No es lo mismo el Ikigai de un adolescente, al de un adulto de 50 años. Las expectativas y prioridades son diferentes en ambos casos.
En este sentido, no nos enfocamos prioritariamente en los resultados a obtener, sino en las acciones que construyen el camino. Cada camino entonces, es una ruta de autodescubrimiento y cambio, que nos llevará a un determinado resultado. No siempre va a ser el resultado perfecto que deseamos, pero si va a ser el resultado que construimos en interacción con el entorno, con la conciencia colectiva.
Aquí y ahora (la fusión de los tiempos)
Habíamos mencionado que el pasado debería representar únicamente las lecciones o aprendizajes obtenidos, no las culpas o ansiedades que muchas veces permitimos que se destaquen en nuestra memoria.
También mencionamos que el futuro representa el resultado de nuestra pasión, a partir del esfuerzo constante para alcanzar las metas. De tal forma que los objetivos que planeamos deben ser una referencia en la potencialidad de una realidad diferente, pero no se debe convertir en la obsesión de nuestras vidas, pues eso implicaría infelicidad producida por una expectativa.
Entonces, Ikigai nos lleva a un tiempo que no padece, ni los recuerdos ni los deseos. Nos lleva a un tiempo en el que el cambio es perpetuo, y en el que nuestras acciones, son los catalizadores que nos llevan a vivir el principal objetivo de todos: la plenitud en el aquí y el ahora.
El presente perpetuo es como un río que siempre tiene agua nueva y en el cual se da la potencialidad que ocurra cualquier cosa, pero en ese sentido el rio siempre está aquí y ahora.
Escritor, mentor, consultor, infoproductor, emprendedor, enfocado en la transformación y desarrollo personal.
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